... y como dijera Borges: a por la sombra de haber sido un desdichado

extínguete...

entre gritos de silencio, pero extínguete...

a ti te dedico el alfa y el omega de todas mis golgotas nocturnas...


He de sobrevivir a todo, aunque el hecho de morir en tus labios silentes, en tu mirada que no mira, en tu alma que no ama... me atrae más, quizá más que toda esta soledad. No importa: la arrogancia revertirá...

Anestesia e incapacidad

viernes, 13 de junio de 2014

La incapacidad de la anestesia radica en el exceso de adrenalina, en el nervio que se niega a relajarse, en el nervio que se niega a no-seguir-sintiendo. La incapacidad de la anestesia tiene que ver con esa poderosa fuerza del cuerpo, en la persistencia del sentir, como una realidad pura. El cuerpo se niega a dejar su sentir, hace que toda insensibilidad le parezca extraña, imposible, exógena. El poderoso influjo de la técnica no puede, a ratos, contra esa posibilidad radical del cuerpo a seguir sintiendo, a negarse la anestesia, a seguir en el despertar, en el sentimiento, la duda, el tragar, el sentir la propia lengua... ¿Por qué va a ser tan necesario sentir la propia lengua? La sensación de tragarse la propia lengua, es lo que sucede en un momento en el que el cuerpo se dispone a aceptar la anestesia, la transpiración fría, el jadeo, la mirada moviéndose por todas partes, la fobia a todo, la impenetrabilidad del cuerpo, el rechazo a toda materia formada en la técnica, el sentir la pesadez del cuerpo dispuesto allí, sobre el todo de lo aséptico, lo desinfectado, la luminosidad de la técnica, interminable, absoluta, total, mística, aparente explicación de carácter holista al sistema de la extracción de cuerpos, de partes del cuerpo, de la diferencia misma. Todo cuerpo es una diferencia. Mi cuerpo es diferencia, es inter-posición, discontinuidad e irrupción del resto del conjunto de los entes materiales. El sentir, constituye esa resistencia del cuerpo a ser llamado un continuo del resto de los entes-a-la-mano del mundo, donde se pueda disponer circunspectivamente de ellos, como una materia continua. Esto vale tanto para la violación, como para la negación a la anestesia. Lo que surge de la incapacidad de la anestesia es el fenómeno de la resistencia, la contención de la materialidad misma del cuerpo, a volverse una materia continua del resto de lo ente. Es la resistencia de lo vivo a volverse parte de lo inerte, lo que nos llama -una vez más-, a hacer la distinción entre lo biológico y lo físico.
A su vez, por otra parte, el cuerpo se muestra como una realidad vivida, desde la experiencia misma de ese vivir, sinti-ente, redoblado en su corporalidad resistente, alterna, contradicha, superpuesta.
...Aunque, volviendo a la lengua dormida: ¿Qué se ha de considerar traumático de esta experiencia? Lo traumático de que la lengua se duerma, es, claro, la idea de que la lengua se pueda tragar, de que de la resistencia del cuerpo a lo exógeno, se muestre también resistente a su propio cuerpo, y en un afán de autoexterminio se vuelva contra sí y se aniquile. La aniquilación de sí, por medio de la lengua, es una temática ya explorada ampliamente, vale tan sólo mencionar en el Quijote esa reflexión acerca de si la espada o la pluma era más poderosa. La escritura o la violencia. La palabra o la muerte. La cuestión de la lengua anestesiada, en cuanto experiencia desesperante, se debe a que la muerte temporal de la lengua, la mortificación regional del cuerpo, en la lengua, manifiesta la fantasía de la muerte de la palabra, con ello, también de la escritura, del lenguaje. La lengua y el lenguaje, son uno de los últimos avatares de esperanza en la época contemporánea, en el que la metáfora trata de alejarse, de retirarse, en sus trazos. La metáfora y la anestésica de la lengua, son formas vivas del desenlace paroxista de la historia de la metafísica. La lengua, ya no sintiente, ya no ente, ya no-ente. La lengua deshacida, desprovista de todo lo ente, la lengua, vuelta hacia el ser, se muestra desde su anhelo de destruktio como un abrirse paso, en el cuerpo y negar toda posibilidad de retiradas del sentir. La cuestión del cuerpo, como texto, el cuerpo como escritura, como resistencia viviente, vivida, orgánica de palabra, de malestar, de intuición, de ék-stasis.

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