El camino de rocas está allí, empinado, se ve el doloroso sol a la cima; te encandila su luz perversa, morbosa y te inspira tristeza caminar hacia adelante, porque sabes que por más que avances, te costará ver el asidero plano en el que acamparás y descansarás. El camino sigue empinado, se empina más y más, y no puedes detenerte, porque tienes la esperanza de la planicie. La planicie es tu punto, para empinar de nuevo y encontrar otra planicie... ¿Qué pasa cuando detrás de ese monte empinado no hay más que otra caída y otra colina arriba y no vuelves a detenerte en un plano? ¿Por qué no puede ser así hasta el infinito, sin jamás otra planicie, sin jamás detenerse tranquilamente? Un camino que no se detiene, que remonta fuerzas cuando baja, que se enfurece y muere cuando sube, hasta que baja de nuevo renaciendo, para seguir en la muerte de cada subida. Lo que sube, lo que baja... lo que se detiene: el llano.
He allí la planicie, el descansar, el asentarse, el tenderse sobre espaldas, el estar suspendido. Quiero ese suspenso del llano, y muy seguido lo logro cuando camino, cuando recorro, cuando me canso. Ese descanso que sólo antecede a otra cumbre empinada, malévola, con un sol engañoso, ausente y lejano, como sentido allí mismo, cerca, frente tuyo. Te da asco cuando está allí en frente, no lo soportas... pero lo extrañas en el frío de la noche. El sol, un acontecimiento que no acontece en el llano, en el suspenso, en las horas horizontales, en el cansancio que descansa, que busca el suspenso. El suspenso que no intriga, el suspenso que acoge y aparta del delirio por unos instantes.
Siendo que el mismo suspenso es un delirio, siendo que el mismo llano no es camino. Te alejan también del delirio. El llano que tu espalda siente, en su horizontalidad, frente a la verticalidad del maldito sol irrisorio, asqueroso, allí arriba, cuando debiera devastarse desde abajo y hacer de cocina.
La comida ya es otro cuento... en todos casos, aunque satisfazca un tiempo, suele ser asquerosa.
... y como dijera Borges: a por la sombra de haber sido un desdichado
extínguete...
entre gritos de silencio, pero extínguete...
a ti te dedico el alfa y el omega de todas mis golgotas nocturnas...
entre gritos de silencio, pero extínguete...
a ti te dedico el alfa y el omega de todas mis golgotas nocturnas...
He de sobrevivir a todo, aunque el hecho de morir en tus labios silentes, en tu mirada que no mira, en tu alma que no ama... me atrae más, quizá más que toda esta soledad. No importa: la arrogancia revertirá...
viernes, 28 de diciembre de 2012
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