A diario, sin siquiera pasarlo por el velo de la duda, lo afirmo con vehemencia: no se puede vivir así. No se vive de ese aire asqueroso que no quieres respirar, que te atraganta, que te duele, que te absorve, que te estanca en tu miseria maldita, que no te deja salir del velo de tu opresión. El horror del yo, ese terrible grito constante que busca apropiarse de lo que jamás le ha pertenicido, ni le pertenecerá, ni le debiera pertenecer... Bajo la luz del día, en la ira; bajo el cielo de la triste noche, la desesperación, la ansiedad infinita, el cuerpo que se desentiende de sí mismo, que busca huir, que quiere destruir, destruir lo que sea, destruir-se, incluso.
El terror que se suele experimentar, de noche, es indescriptible... lo incierto de todo lo que pueda pasar, en el instante presente en otro lugar, el deseo porque nada pueda seguir un curso normal, las ansias por lograr un sueño profundo cuando ni dormir se puede, el lamento putrefacto por un alma que huyó, que se fue a la nada, que no vale nada, que no quiere nada, que se perdió.
También, el inconfesable deber altruista de acompañarle, de amarle, de ceder, de darse por vencido, de re-caer... mientras el orgullo permanece inflexible, aunque, a ratos, tambaleante. En cada tambalear de ese orgullo, se pierden días de tiempo, se sufren días de trabajo espiritual serio. Cada día es insoportablemente cansador, cada día está la tentación multiforme, unas interesa hasta lo desbordante, otras permanece lejana. Pero siempre y todos los días la tentación insoportable de ponerse en contacto directo, de amar, de entregarse, de perderse entregándose, de perderse amando, de amar hasta ya no dar más, de suplicarse a uno mismo que logre perdonarla, y perdonarse por perdonarla. Pero no, todo es imposible. Cada día la tentación en su fuego, muere herrabunda por la imposibilidad de su concreción. A veces a fuego de lágrimas, otras mientras el bípedo que hay en mi contorno se revuelca en la cama y golpea las paredes, como si quisiera salir, huir, urgentemente, de la vida, como si se tratara de una casa en llamas...
... y como dijera Borges: a por la sombra de haber sido un desdichado
extínguete...
entre gritos de silencio, pero extínguete...
a ti te dedico el alfa y el omega de todas mis golgotas nocturnas...
entre gritos de silencio, pero extínguete...
a ti te dedico el alfa y el omega de todas mis golgotas nocturnas...
He de sobrevivir a todo, aunque el hecho de morir en tus labios silentes, en tu mirada que no mira, en tu alma que no ama... me atrae más, quizá más que toda esta soledad. No importa: la arrogancia revertirá...
jueves, 6 de diciembre de 2012
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