Siento un desierto en el alma, siento congelarme por dentro y sacar grandes iceberg's de hielo hacia mis afueras, hacia el contorno de mi cuerpo... no quiero volver a moverme más, el más mínimo recorrido me cansa, la visión de cualquier planicie bañada de luz me causa escalofríos y algo de asco... no quiero tener más de ese preciado tesoro de la... humanidad.
No quiero ser más, en contacto, no quiero ser más, para algún otro. Quiero desaparecer, fundirme con la grotesca memoria de haber sido y la desesperanza de saber que no volveré a ser. No hay subsistencia alguna en mí, no hay nada que pueda atarme, ni nada que me mantenga siendo, ni que me mantenga parado... vivo con la máscara de querer hacer creer que quiero seguir sien-do, pero en realidad, mi unidad está en la disolución absoluta de ya no ser más, de ya no poder pararme tranquilamente y poder ser-hacer. Ahora puedo aparentar que quiero hacer, y me sale tan bien... es tan creíble que quiero hacer algo, pero en realidad, lo que quiero es no pensar que debo hacer algo, porque sé que es más tormentoso que admitir entre la levedad de una risa, que no quiero hacer, realmente, nada.
Es tan cómoda la hipocresía, sienta tan bien cuando uno quisiera desaparecer... el problema es que no suele ser soportable, no suele ser que uno pueda llevar la máscara tan apasiblemente por mucho tiempo... el ahogar ese instinto de extinción es un sentimiento más destructivo que la extinción misma. La vergüenza o quizá el orgullo desmesurado por ese sentimiento de extinción es más profundo que su propia necesidad de ocultarlo o de mostrarlo. La ocultación y el deslumbramiento son un paso más profundo, sin embargo, que el sentimiento del que tienen principio... Más vale y es más significativo el hecho de ocultar o el hecho de mostrar, que el sentimiento que subyace al hacerlo o al dejar de hacerlo. La vergüenza y el orgullo son dos sentimientos tan poderosos... que amenazan con absorverlo todo, incluso, con los mismos hechos, siguen antinomias: por orgullo se muestra y se oculta, por vergüenza se muestra y se oculta. Se muestra... ¿qué? O la máscara o lo que hay detrás de esa máscara... ¿Y qué? Si detrás de toda máscara hay otra máscara... Entre dos máscaras, sea cual sea el sentimiento que tengamos, escondemos y mostramos alguna de las dos, realmente no hay criterio para distinguir la una de la otra, ni para preferir ninguna de las dos... en realidad las dos tienen su propia realidad... y si tuviera que preferir la profundidad de una, preferiría la máscara que pretende ocultar... pues esa máscara refleja más lo ocultado y en el propio ocultarse, refleja aquello que se busca dejar de dar de manifiesto... pues al ocultarlo se le muestra más... la ausencia llama mucho, la ausencia significa mucho, el dejar de hacer, el dejar de mostrar, el dejar de acontecer, el dejar de ser en el mundo, el momento del rechazo, del no, o de la neutralidad absoluta, del desembarazamiento de todo lo real... La distancia entre el mundo y ti es infranqueable, no hay manera de penetrar en ti, ni en lo tuyo, ni hay forma en que tu te puedas quedar fuera del círculo herrabundo del mundo y sus mentiras, a pesar de que lo pretendas... afuera del mundo no hay mundo, afuera de los otros no estás tu mismo, no por estar más lejos lograrás ser quien eres realmente... no por preferir una máscara a la otra podrás hacerte llamar auténtico.
En estos momentos desearía que una capa inmensa de neblina lo cubriera todo y no se pudiera ver nada... ni se pudiera experimentar nada, ni se pudiera jugar con nada, ni tomar nada con seriedad... que todo fuera una sola y absoluta amargura de la que nadie pudiera salir jamás, bueno, en realidad, tampoco me consuela que alguien más pueda sentir esta amargura, ni nada por el estilo, es un deseo egoísta estúpido del que me libro por algunos segundos... no es por culpa que no lo sienta, sino que ya relacionarme con el mundo, en un momento como este, me parece estúpido, hasta en la esfera del deseo...
La frialdad de no acercarse, de alejarse, de descansar de uno mismo, por descansar de esa hermosa cercanía... cuánto darías porque permaneciera siempre contigo esa cercanía... pero ahora sólo te queda resignarte amorosamente a su lejanía y a su imposibilidad temporal... ya no hay más que decir al respecto... este frío del alma es una constante de la que no me avergüenzo mucho de poseer, ni me enculpa mucho, en realidad, me es tan indiferente, como me es indiferente la ridícula imagen de un patético imbécil arrastrándose...
... y como dijera Borges: a por la sombra de haber sido un desdichado
extínguete...
entre gritos de silencio, pero extínguete...
a ti te dedico el alfa y el omega de todas mis golgotas nocturnas...
entre gritos de silencio, pero extínguete...
a ti te dedico el alfa y el omega de todas mis golgotas nocturnas...
He de sobrevivir a todo, aunque el hecho de morir en tus labios silentes, en tu mirada que no mira, en tu alma que no ama... me atrae más, quizá más que toda esta soledad. No importa: la arrogancia revertirá...
martes, 17 de julio de 2012
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