... y como dijera Borges: a por la sombra de haber sido un desdichado

extínguete...

entre gritos de silencio, pero extínguete...

a ti te dedico el alfa y el omega de todas mis golgotas nocturnas...


He de sobrevivir a todo, aunque el hecho de morir en tus labios silentes, en tu mirada que no mira, en tu alma que no ama... me atrae más, quizá más que toda esta soledad. No importa: la arrogancia revertirá...

Amargura e indeterminación

lunes, 25 de junio de 2012

 

La tranquilidad de ahora poder vivir una amargura que carezca de objeto, vivir una tristeza sin motivo y una rabia hacia nada en específico y a todo en general. Sentir desprecio hasta por sí mismo, vivir el momento de la extinción del sentimiento, calmarse de tanta espera por un momento propio, por volver al desarraigo del que siempre has sido. No puedes apegarte, no puedes ser-con, no puedes estar siempre en una espera. Lo mejor de este momento es que no experimento ansiedad alguna, no espero nada, no quiero nada, no hay amor, ni desamor que me saquen de este oscuro momento de amargura.
Es un sentimiento autárquico, que está exaltado desde sí mismo y va hacia sí mismo, no hay otro objeto para esta amargura que ella misma,  la amargura. ¡Por fin ya no está remitida a algo más! ¡Por fin es libre! La siento y no la remito a nada del mundo, a nada de nadie, ni siquiera es a mí mismo, sino que es al desprecio constante de vivir en estados de desencanto, pero estados causados, determinados, de los que puedo escapar haciendo uso de mi libertad y mi desición. Pero ahora, esto no es producto de mi desición, ni de la de alguien más. Estoy así, es la libertad de mi modo de ser auténtico, de mi ser que he estado olvidando por el deseo y por el miedo. Ahora, por fin, hay orgullo ¡ Una vez más ! Pensé que ya había dejado de lado mi orgullo, pensé que ya no podía seguir viviendo con mi estúpida altivez y mirando hacia abajo, con desprecio, porque ya me había vuelto yo mismo un residuo.
No quiero decir nada al respecto, no hay manera de referirse con mucho sentido a un estado de putrefacción como este, en el que careces de intenciones y con ello, de futuro. Ser en el presente, ni siquiera siendo en el presente, porque no estoy anclado a este momento, pero tampoco a un momento pasado. No hay un momento en esto, la amargura es el todo, es un absoluto, es la totalidad de este momento, que ni siquiera es momento... quiero vivir este momento, no quiero evadirlo, no quiero huir de este momento de amargura, lo disfruto, porque me desapega, me libera, me hace ser casi tan libre como un ser abortado, que no tiene ni presente, ni futuro, ni pasado... Ahora debería pasear por una niebla, y con mi amargura y la palidez de mi anemia, me fundiría completamente en ella, con ese frío molesto, esa constante obnuvilación de la mirada, esa pérdida de camino, ese momento en el que no hay nada... donde no esperas qeu haya nada detrás de esa niebla indeterminada que te rodea para donde mires, que te mantiene suspendido de todo, donde puedes abstenerte de toda esperanza estúpida de ver más allá de esa niebla, porque ella misma ya es suficiente, en su indeterminación. Es un desencanto que encanta, una insuficiencia que es, sin embargo, satisfactoria. No es mediocridad, es la exaltación de la putrefacción y la perdición del rumbo, un estado estético de asco, y de desprecio, donde no se espera nada, ni se quiere nada más que la tranquilidad del desaliento, ni se puede apreciar nada más que el vacío, eso que falta y que en condiciones normales te tiene satisfecho.
No hay nada como esta insatisfacción infinita... donde puedes sentirte en medio de un vacío en el que ni gritar se puede, porque tu rabia es perezosa, ni tampoco quieres llorar, porque tu tristeza es leve, ni tampoco quieres lamentarte, porque no tienes objeto, ni hay de qué lamentarse con nadie. Lo que pasa, es que me he quedado a solas conmigo mismo y no quiero que se me estorbe. Es sólo un estado de misantropía que surge de las entrañas, del páncreas, de los intestinos, de la falta de intelecto, la falta de aire, el sofocamiento, la falta de caminatas en lugares bellos, la falta de ejercicio, la vida poco sana de vivir constantemente esperando. Pero ahora, está la tranquilidad de dejar de esperar, de dejar esa ansiedad, que siempre es una forma fundamental de estupidez... ahora, hay genialidad, hay amargura, hay soledad, hay un infierno dentro de mí, pero no es un círculo infernal en que se arda mucho... no es para tanto... es un infierno que se extingue y que a cada paso puedo ver sus cenizas...

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