... y como dijera Borges: a por la sombra de haber sido un desdichado

extínguete...

entre gritos de silencio, pero extínguete...

a ti te dedico el alfa y el omega de todas mis golgotas nocturnas...


He de sobrevivir a todo, aunque el hecho de morir en tus labios silentes, en tu mirada que no mira, en tu alma que no ama... me atrae más, quizá más que toda esta soledad. No importa: la arrogancia revertirá...

Viaje y diferencia

domingo, 1 de enero de 2012

 

La distancia trae consigo el desgarrador sobrevenimiento de la transformación. El regreso no existe, nadie se baña dos veces en el mismo río. Un viaje es una transformación, el devenir de la geografía en conjunto con la distención del tiempo que la acompaña hacen que el viaje sea uno de los modos de cambio más extraños en el ser humano... Un cambio que va de la mano del tiempo... o incluso, un cambio que va a las rastras del tiempo. El tiempo es el padre del cambio en el viaje.
Un viaje se pierde en la mediación, en el hecho de que cada paso lejos de ser algo en sí mismo, es, cada vez, un medio. Hay viajes que son viajes en sí mismos, viajes que no van a parar a algún lugar en específico, sino que se pierden en su mediación... eso es cuando nos lleva el viento. Pero, cuando el viaje deja de llevarnos a un hacia y nos lleva a un inequívoco hasta, pierde la esenciación de ser un algo, sino que siempre, es un ente relativo, una diferencia.
Viaje y diferencia comparten el hecho de ser un algo, y no ser una nada. Pero ese 'algo' del viaje y de la diferencia no se confunden con ser un 'algo' ya ahí, sino que son el 'algo' de lo no-aún-ahí, son concretos en su aparecerse a la consciencia que los constituye, pero no son concretos en su estar listos allí, sabemos que el viaje termina cuando el viaje ya terminó. No sabemos nada acerca del viaje, cuando lo hayamos calculado ya a su hasta, porque en ese entonces, el viaje no es más que una mediación, un margen entre la distancia originaria, el desalejamiento que sobreviene y la distancia que debe permanecer en el ahí de nuestra ubicación.
Un viaje y una diferencia, comparten ser los padres del cambio, en su tiempo y en su espacio diferenciante, respectivamente. Viaje y diferencia se encuentran en el dominio de lo experimentado como siendo algo que no llega a ser, pero que permanece en el constante hacer-se, en el extraño desenvolvimiento de su esencia, el desocultamiento de su contenido que esconde el cambio, la imposibilidad del regreso, de la repetición, y con ello, también el advenimiento del sentimiento de lo irreparable... por ello, la nostalgia que provoca el viaje y la nostalgia que se produce con la consciencia de la diferencia consigo mismo... Diaphero autoû ... decía Heráclito...

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