¿Cuál de las dos debe ser mejor cultivada?
Por una parte, la inocencia vive en la aceptación, vive en la identificación con el devenir que precede a la experiencia de la elección. La elección sobreviene en el juego de una legitimación lograda ante quién se muestra predispuesto a reconocer legitimidades allí donde no las hay. Para el inocente, la legitimidad puede ser encontrada en el perdón, en la confianza, en la entrega, en el amor. Un inocente no es inocente sin esos dar, sin dar (con todo lo que esto significa, el dar que no compra, que no vende, que no reclama, que no teme, que no guarda rencor...) la inocencia es un imposible. La inocencia se constituye como la gratuidad de la entrega, como la condición sin la cual el amor no es posible, ni el perdón, ni aun, y sobre todo, la confianza. Ante quién rechaza el dar, pide la garantía y respaldos válidos universalmente, jamás confía, ama, ni perdona. Se aisla de estas experiencias, porque son la más clara forma de la vulnerabilidad humana.
El sospechoso, por su parte, no se identifica tan rápidamente con aquel que no confía. En primera instancia, un sospechoso es quién res-guarda, quien busca la ofuscación de sus vulnerabilidades, quien construye una fortaleza que proteja su identidad, porque considera siempre la posibilidad de que una identidad sea transgredida hasta que se pierda su legitimidad que considera originaria.
¿Se contraponen el inocente al sospechoso? la sospecha y la inocencia se oponen no la una a la otra, sino que se oponen a la existencia del límite. El límite es el contrario, es la esfera sintetiza las dos actitudes fundamentales. La inocencia se pierde en la extralimitación, y la sospecha se pierde en la hiperlimitación del dar. El límite que co-existe con lo limitado, lo extralimitado y lo hiperlimitado es la marginalidad de la mirada. La mirada es el problema fundamental de la sospecha y de la inocencia... incluso no la mirada, sino el ver. El acto de quien se ciega y de quien mira de cerca. El primero no mira nada, porque está consciente de que por dónde pueda ver con detenimiento encontrará la duda... y el segundo ve muy de cerca, porque sabe que todo lo que se ve de lejos inspira seguridad. Pero ¿Cuál de los dos ve 'algo'?
El primero ve lo que quiere, una vista superficial pero con los matices suficientes para lograr una imagen de la generalidad de lo mirado. El segundo, ve lo que no quiere ver, angustiado por su búsqueda encuentra que cada característica tiene relación con un infortunio del pasado que quiere dar por irrepetible.
Uno ve la unidad, una figura, una forma, el otro ve rastros, reflejos mutilados de una realidad decaída por la mirada que re-busca. Si uno perpetúa la identidad, el otro vive del fragmento, del episodio que es capaz de cerrar el libro completo. Uno puede dar y el otro sólo puede intercambiar, vender, co-accionar. El sujeto de la acción siempre debe ser un inocente, el acto de la sospecha se mantiene en la espera de lo inesperado, en la des-esperación por su ineludible odio a la repetición.
Entonces, el problema es de la temporalidad: uno vive asegurando el devenir, el cambio constante, la esencia que adviene en misterio frente al cambio y su medida. El segundo, por su parte, vive en una temporalidad extáticamente detenida, donde todo se identifica con todo, todo es igual, lo mismo, hasta el punto en el que lo propiamente tan impredecible, debe volverse predecible para poder permanecer en la tranquila desesperación de lo inesperado que aguarda en la oscuridad de la mirada sospechosa...
... y como dijera Borges: a por la sombra de haber sido un desdichado
extínguete...
entre gritos de silencio, pero extínguete...
a ti te dedico el alfa y el omega de todas mis golgotas nocturnas...
entre gritos de silencio, pero extínguete...
a ti te dedico el alfa y el omega de todas mis golgotas nocturnas...
He de sobrevivir a todo, aunque el hecho de morir en tus labios silentes, en tu mirada que no mira, en tu alma que no ama... me atrae más, quizá más que toda esta soledad. No importa: la arrogancia revertirá...
jueves, 22 de diciembre de 2011
Lo lamenta:
ira de Tifón
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