... y como dijera Borges: a por la sombra de haber sido un desdichado

extínguete...

entre gritos de silencio, pero extínguete...

a ti te dedico el alfa y el omega de todas mis golgotas nocturnas...


He de sobrevivir a todo, aunque el hecho de morir en tus labios silentes, en tu mirada que no mira, en tu alma que no ama... me atrae más, quizá más que toda esta soledad. No importa: la arrogancia revertirá...

Caricia

viernes, 15 de octubre de 2021

 

 tocar es siempre algo complicado. Tocar siempre esconde una co-implicación. Lo tocado y quién toca. El desvanecer de lo tocado en quien toca, a la vez que el derrame de quien es tocado en los límites de la otra. La permanencia, entonces, de esos límites, con todo lo que no limita. Con lo que no empieza, con el discordar inenarrable de dos cuerpos que se entremezclan para poder permanecer cerrados en esa apertura, solos en ese acompañar, lúcidos en la embriaguez, para permanecer siempre otros de la otra, guardar distancia siempre en el desvanecimiento de toda distancia.
El cuerpo que toca que, a la vez, es el que se deja tocar, permanece y se entrega. Se entrega en su sensibilidad, aguarda la ternura en su siempre violenta disrupción, en la anarquía de su aparecer. El cuerpo recorrido por la sensibilidad, deviene otro tocar, otra forma del tocar que es la de quien toca aguardando, quien reserva el tocar, pospone y derrama el tocar del otro. El ir y venir de un tocar sin tocado, de un ser tocado sin quién toque. Disolución de la caricia, como único ser de la caricia. Saborear en esa inercia cada movimiento que contiene el ensueño, el titubear de la propia piel, el amansar de los nervios,

0 lanza en mi costado: