Para comprender la imaginación no es feliz el camino que nos señala que es la producción de imágenes. La imaginación como pro-ducción, como un ir hacia adelante, a través de la imagen; no es así. La imaginación como final no aguarda el dirigirse hacia el qué del deseo, la imaginación entendida como pro-ducción, es una imaginación que insiste en la acción, que lleva de algún modo a que las cosas acontezcan en el hacer. La imaginación lleva a la acción, es verdad, pero no podemos agotar su fuerza y su existencia en su tendencia hacia el futuro, la imaginación es tambien la evasión del presente, a pesar de que a veces no piense en un futuro, aunque... puede de alguna manera siempre tender a él. La imaginación en el tiempo se encuentra más en el pasado, en la imagen vivida, en la constante mezcla de las pasadas impresiones y en la creación de nuevos paradigmas de deseo. A veces la imaginación, como forma parte del deseo, forma más parte de lo no deseable. Imaginamos lo que deseamos, pero con mayor razón lo que no deseamos, y no sólo imaginamos lo que no deseamos para evadirlo en la realidad, sino que a veces, tan sólo, con un interés de anular el propio ahora, el nûn.
A veces ese escapar, de la imaginación, es también un encadenarse, es volverse esclavo del propio ahora creador de imagenes. Más vale decir que crear imágenes no es siempre pro-ducirlas. Crear tiene el sentido de no ser algo que sea hacia adelante, crear, a veces, es tambien estancar, es tambien quedarse, de-te-ner-se, estar completamente absorto en una tortura o en una ilusión placentera. Lo curioso es que en ambos casos, la imaginación corre el riesgo de ser dolorosa: en el caso de la ilusión placentera por su lejanía (o lo que es peor, su cercana posibilidad hipotética y su imposibilidad de facto) y el caso de la ilusión terrorífica, porque piensas en lo que no quisieras que suceda y te aterras de su posibilidad o tan sólo, del hecho de crear la imagen, de encerrarse en la propia tortura... la tortura de la imaginación es, por lo general, más de la mitad del sufrimiento real, no es el miedo inmediato, ni el dolor mismo de experimentarlo, el la imaginación de aquello que sucede antes de que suceda y el recuerdo herido de aquello que sucedió. La imaginación, asímismo, es la fuente de la candidez, del sentirse eternos de muchos, de dar o sentir la razón en quién sea, de asentir a un proyecto, sea cual sea, y tambien de seguirlo y sentirlo bien encaminado. La imaginación ocupa una proporción desproporcionada, multiplica y divide el dolor, el pavor, la alegría y la pasión. La pasión por algo así como lo real no es en ningún espíritu causa de ningún cambio. Encontrar a quien se apasione con la realidad y no se apasione con la sola idea reducida que tiene de ella, es encontrar un filósofo, alguien que ame la verdad. En realidad, todos preferimos imaginar una verdad, imaginar una cierta estabilidad, una cierta armonía, una cierta habitualidad, un patrón común, que se repite y se repite. Jamás hacemos caso al cambio del acontecer. La imaginación y la realidad se confunden para la ceguera de nuestro deseo, más, la realidad del deseo y la realidad de la imaginación son tan absorventes que no escuchar su ensordecedora música, nos haría recaer en el olvido del ser.
... y como dijera Borges: a por la sombra de haber sido un desdichado
extínguete...
entre gritos de silencio, pero extínguete...
a ti te dedico el alfa y el omega de todas mis golgotas nocturnas...
entre gritos de silencio, pero extínguete...
a ti te dedico el alfa y el omega de todas mis golgotas nocturnas...
He de sobrevivir a todo, aunque el hecho de morir en tus labios silentes, en tu mirada que no mira, en tu alma que no ama... me atrae más, quizá más que toda esta soledad. No importa: la arrogancia revertirá...
martes, 7 de mayo de 2013
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