Arden sus entrañas, cuando no puedes tolerar tu desesperación: ella se ancla a tu ser, te absorve, te domina, te tiene, ya no tienes más deseos que el de dejar de ser, disolverte en tus propias lágrimas, pensar en la vida que ya no existe. El deseo mismo, ya no tiene cabida... es sólo la levedad de una espera, que no espera tanto, ni desespera mucho. Realmente, el estado actual es sólo el de quien guarda esa bella contradicción interna y lamenta no poder desenvolverla en su realidad circundante: por más que actúe, sólo lo hace en una línea. Por más que piense, lo hago hacia todos lados. Me vuelvo contra mí mismo, me apago en mis llamas, clamo por dejar de sentir, por dejar de ser, por dejar de esperar y de sentir aun mi deshonra. En el plano de lo real, lo mejor sería jamás volver a aparecer, jamás volver a ser, jamás tener una vida que no sea la de la respiración y el habitar la nada. Una respiración sana, no este coctel entre falta de aire y respiración densa, lenta, furibunda...
Siento una furia que arde dentro de mí, y que no dejaría pasar nada vivo frente a ella... exterminaría toda vida, en una explosión de maldiciones y acciones grotescas. Las tripas de mi interior amenazan con asomarse fuera de mi piel a diario: es tal la furia que arremetería en contra de mi propia carcaza material y dejaría mi voluntad tendida sobre el piso, en forma de sangre. Nada más que la sola imagen de ese acto, lento, duro, doloroso, de destriparse vivo, me proporciona un consuelo y un placer inimaginables: cuando pienso en mi cadáver sobre una silla, la sangre sobre las paredes, mi boca abierta y una mueca de dolor horrible, pero definitivo... sí... la imagen me produce un gran consuelo, porque de esta manera le reflejaría a la vida, cómo es que debo huir de ella, porque no me ha dado lo que me merezco. Es la imagen más arrogante y orgullosa de un suicidio, es la muerte en la gloria. Como diría Séneca: "El suicidio preserva a la humanitas de la corrupción".
... y como dijera Borges: a por la sombra de haber sido un desdichado
extínguete...
entre gritos de silencio, pero extínguete...
a ti te dedico el alfa y el omega de todas mis golgotas nocturnas...
entre gritos de silencio, pero extínguete...
a ti te dedico el alfa y el omega de todas mis golgotas nocturnas...
He de sobrevivir a todo, aunque el hecho de morir en tus labios silentes, en tu mirada que no mira, en tu alma que no ama... me atrae más, quizá más que toda esta soledad. No importa: la arrogancia revertirá...
jueves, 15 de noviembre de 2012
Lo lamenta:
ira de Tifón
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