... y como dijera Borges: a por la sombra de haber sido un desdichado

extínguete...

entre gritos de silencio, pero extínguete...

a ti te dedico el alfa y el omega de todas mis golgotas nocturnas...


He de sobrevivir a todo, aunque el hecho de morir en tus labios silentes, en tu mirada que no mira, en tu alma que no ama... me atrae más, quizá más que toda esta soledad. No importa: la arrogancia revertirá...

Antropología

lunes, 25 de abril de 2011

 

En este mundo hay dos clases de personas: unos que tratan de disimular su gran genio y otros que tratan de ocultar su tremenda estupidez.
De la victoria y el fracaso que tienen, se generan relatos, se construyen vidas y se viven mundos. El problema de lograr enmascarar la estupidez, se encuentra en su infinitud... y el problema de ocultar el genio... aun no se ha descubierto.
Pero, el yugo siniestro de esta situación es lo que llena al mundo de sin sentido... no es soportable un genio como genio, ni un imbécil sin disimulo. Este es uno de los inicios de la diferencia, de la totalidad de las construcciones humanas. Estas máscaras que se constituyen, son verdaderas entelequias creadoras de falsedad, son el núcleo mismo de la sociedad: la mentira, o más delicadamente dicho, la verdad a medias.
Ya Nietzsche lo decía: "Una máscara dice mucho más que un rostro". La máscara misma es la constituyente de la dividuación, de la fragmentación de ese núcleo de personalidad, esa mónada, ese Sí Mismo, ese self. En ninguna sociedad, en ningún mundo posible en el que convivan tres personas o más, es posible mostrar aunque fuera un tercio del rostro original. Sólo descubrimos algo de ese genio y de esa estupidez, porque sobra... es como la teoría del chorreo: no conocemos toda la sopa que hay en la holla, sólo nos llega a nosotros que estamos fuera, sus sobras.
La ley del chorreo rige la sociedad, hasta en ese ámbito... es su regla constitutiva...
¡Cuán terrible es dejar caer algo de honestidad, perder parte de sí por todo lo que sobra, lo que emana, de nuestro rostro! El conflicto (el vacío imposible de rellenar) que permite la movilidad constante de las sociedades se encuentra en su pregunta fundamental: ¿Qué hacer con los genios?
Esa respuesta se devela constantemente en el transcurso de la historia, pero jamás ha logrado mostrar la figura más determinante que nos permita entender al hombre...
Pero... hasta ahora, nos es infinita la estupidez, por lo tanto es incomprensible la naturaleza humana, el hombre es esa excepción generalizada: la de un signo (decía Hölderlin) que aún no se ha terminado de descifrar...

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