... y como dijera Borges: a por la sombra de haber sido un desdichado

extínguete...

entre gritos de silencio, pero extínguete...

a ti te dedico el alfa y el omega de todas mis golgotas nocturnas...


He de sobrevivir a todo, aunque el hecho de morir en tus labios silentes, en tu mirada que no mira, en tu alma que no ama... me atrae más, quizá más que toda esta soledad. No importa: la arrogancia revertirá...

Mar

martes, 15 de marzo de 2011


Al igual que amas los libros que te hacen llorar, las sonatas que te han cortado el aliento, los perfumes que te insinúan renunciamientos, a las mujeres extraviadas entre el cuerpo y el alma, así sucede con los mares: te enamoras de equellos cuyo oleaje induce a ahogarse en su seno.
No he buscado en el Mediterráneo poesía ni violencias, ni tampoco turbulentas vorágines en sus olas. A esas inclinaciones encontré respuesta sobre los acantilados de Bretaña. Pero ¿cómo olvidar un mar donde dejé mi pensamiento?
En una memoria más corta que el presentimiento de la eternidad de lo efímero, guardaría la imagen y el reconocimiento del azul inhumano del mar decadente. En sus orillas se hundieron imperios y tantos y tantos tronos del alma...
Cuando el aire suspende su calma y la inmovilidad meridiana alisa las olas en medio de un fulgor abstracto, entonces sé lo que es el Mediterráneo: lo real puro. El mundo sin contenido: la base efectiva de la irrealidad. Sólo la espuma, actualidad de la nada, continúa como si pugnara por ser...
Ló único que podemos hacer es zarpar a altamar. Sin deseos de echar el ancla. ¿No es acaso el sentido de la inestabilidad agotar el mar? Que ninguna ola sobrevive a la odisea del corazón. Un Ulises, con todos los libros. Una sed de planicies marinas que tienen su origen en lecturas, un erudito vagar. Conocer todas las olas...

Emil Michel Cioran.

[Breviario de los vencidos. Buenos Aires: Fabula, Ed. Tusquets, 2010. pp. 18-19]

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