... y como dijera Borges: a por la sombra de haber sido un desdichado

extínguete...

entre gritos de silencio, pero extínguete...

a ti te dedico el alfa y el omega de todas mis golgotas nocturnas...


He de sobrevivir a todo, aunque el hecho de morir en tus labios silentes, en tu mirada que no mira, en tu alma que no ama... me atrae más, quizá más que toda esta soledad. No importa: la arrogancia revertirá...

Olvidar...

domingo, 9 de enero de 2011

 

Olvidar es pensar. No existe pensamiento con el recuerdo, el pensamiento es una abstracción, es un destiempo, es una irregularidad de la historia, es una manera de ser a-histórica.
El pensamiento no tiene contexto, no tiene historia, ni pasado, ni presente, ni futuro. El pensamiento no está anclado, ni a la cultura, ni a las cadenas. El pensamiento es una irregularidad, que no es en un momento, cuando es en primera persona. Pero que es momento, en tercera persona (en ficción).
El pensamiento, jamás logra plasmarse sobre el papel, insisto. El pensamiento es totalmente inefable, quizá exista quién jamás haya pensado en toda su vida. La naturaleza del hombre no es la de un animal pensante. El pensamiento y la naturaleza humana, parecieran ser cosas distintas. La naturaleza humana huye permanentemente de lo que es, lo reviste en cultura, historia, pasado, lo evade, lo invisibiliza o trata de conquistarlo a como dé lugar.
El recuerdo anula el pesamiento. El recuerdo es historia y es corazón. Es traba. Es dolor o placer. El recuerdo anula el pensamiento. Sólo piensa el que sanó (el que olvidó).
El pensar no escribe, el escribir no es pensar.
Cuando Nietzsche se cuestionó porqué escribía, respondió con claridad: escribo para dejar de pensar, escribo para dejar mi pensamiento.
La verdad no es palabra. La verdad, menos, es libro. El pensamiento es mujer, y cuando puede, se escapa cuando no nos casamos con ella, advertía Schopenhauer.
El olvido, la libertad y la indeterminación... escuchar el silencio, bien decía Heidegger.

Pensar...

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