... y como dijera Borges: a por la sombra de haber sido un desdichado

extínguete...

entre gritos de silencio, pero extínguete...

a ti te dedico el alfa y el omega de todas mis golgotas nocturnas...


He de sobrevivir a todo, aunque el hecho de morir en tus labios silentes, en tu mirada que no mira, en tu alma que no ama... me atrae más, quizá más que toda esta soledad. No importa: la arrogancia revertirá...

¡Infrarrojo! ó al rojo muerto

miércoles, 4 de agosto de 2010

 

Luces infrarrojas... una tristeza tremenda, ¿Puede haber algo peor que querer llorar, mientras un ambiente tan cargado vive sin lágrimas, gracias a la evasión?
¿Por qué sirven café en un lugar así? Seguramente porque en el café, está subsumida una desesperación oscura, un insomnio, una palidez eterna que agobia y atormenta, se vuelve una angst nocturna...
Una mentira, una absolución, una negación del individuo... eso es lo que fuí, traté de ser un ojo de Dios, traté de ser un guardián de la conciencia universal en un lugar donde simplemente había sólo Aisthesis, sensación pura, era realmente una liturgia.
Una liturgia macabra y tan baja en la que se reunía una asamblea, dispuesta a gozar una anestesia del cuerpo para lograr una conexión certera y extraña, sútil y casi sagrada con la nada.
Realmente, el vacío estaba lleno de nada... era la absolutez, llegaba el punto en el que quería llorar de espanto y al mismo tiempo quería reír del absurdo brutal de la situación.
Viví una experiencia gloriosamente llena de sensaciones ambiguas, estuve allí en una liturgia profana (Profano es lo mismo que lo sagrado...) viendo como cada uno vendía lo que era, y se las ingeniaba con lo que tenía.
Ya fueran dinero o tetas... era sólo la experiencia del tener y un desprecio profundo por lo que realmente se es. Un individuo.
Si Schopenhauer dice que el mundo, no es más que la representación del yo. Realmente pienso, que estuve plenamente representado en esa situación, por el sólo hecho de no sentir que estaba allí. Por el sólo hecho que vendí mi consciencia a la simpatía, fue que pude vislumbrar en esos cuerpos tristes y desanimados mi propio espíritu, mi propia regla vital: el desprecio totalmente radical a una existencia con-sentido, una moral trascendental y una sonrisa triste frente a cualquier tipo de ironía que viese en el lugar.
La ironía, la aprehensión, indiscriminada y total de "lo absurdo" estuvo allí, en un rostro plagado de melancolía y tristeza... ¿Cuál el mío o el de las niñitas que estaban allí? No lo sé... no lo sé... sólo sé que, siento haber estado ahí, lo siento con intensidad y con fervor, una identificación forzada con la situación. Una identificación que amaría evadir.
Hasta ahí... no hay más palabras, pero la vida... o la creencia en la vida, está justamente en esa experiencia fundamental.
Falta aclarar, que el arrepentimiento no es lo que expresa este texto, es sólo una constancia, un comentario a ese episodio. Pues realmente, estoy consciente de lo eterno de ese efímero momento, de esa visita oscura a un espacio lleno de anestesia... de un palacio consagrado en todo rincón a lo profano...

.·Hliðskjálf·.

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