... y como dijera Borges: a por la sombra de haber sido un desdichado

extínguete...

entre gritos de silencio, pero extínguete...

a ti te dedico el alfa y el omega de todas mis golgotas nocturnas...


He de sobrevivir a todo, aunque el hecho de morir en tus labios silentes, en tu mirada que no mira, en tu alma que no ama... me atrae más, quizá más que toda esta soledad. No importa: la arrogancia revertirá...

Artificios de una voluntad...

viernes, 23 de julio de 2010

 

Pareciera... y sólo lo pareciera, que estuviesemos divididos en fragmentos.
Pareciera que sólo fueramos una parte de todo lo que decimos, pensamos o hacemos.
Sería como que fueramos millones de seres, pero ninguno a la vez.
Somos líneas discontinuas, que encuentran su mesura en una quebrada, nuestra mesura, nuestros límites son más frecuentes que la continuidad de nuestro ser.
Somos un amácijo impúdico de deseos, un conglomerado celular dispuesto a una existencia llena de vacío, de imágenes, apariencias...
Una lamentable máscara, vacía de porvenires y llena de artificios. Como ya lo hubiere dicho Oscar Wilde:

En esta vida la primera obligación es ser totalmente artificial. La segunda todavía nadie la ha encontrado.
Nuestro pensamiento, es completamente inconmensurable (¿acaso este será nuestro ser?) y a pesar de ello, vivimos haciendo como si dijeramos lo que pensamos. Nuestra máscara es la hipocresía de ser al olvido, ser para el otro.
Nuestra máscara, nuestra apariencia siempre es el sonido sucio de un bullicio intestinal que todo lo dice, pero que nada lo piensa.
Pretender hacer concordar el pensamiento, la palabra y los actos es un problema...(como tal no tiene solución) Incluso el mismo pensamiento se contradice a sí mismo... al igual que la palabra y los actos. Pero ¿Saben?
La contradicción es bella: porque es la perfección misma.
No existe nada más afín con el absurdo de estar en un mundo, que la contradicción. Planear evitar, evadir y dejar de contradecirse es caer en el artificio del artificio mismo. Es contradictorio dejar de contradecirse en un mundo contradictorio. No hay fórmula, método, ni manera de poder escapar al incensante fluir del pensamiento en constante discordia, del acto en constante dicotomía y el habla ensímismada en palabras vacías de concordancia.
Admitamos el absurdo con elegancia y valentía. Es la propuesta de Camus y yo se las hago ahora.
Admitamoslo juntos.
¿Por qué?
Porque es bello...
Pareciera... y sólo lo pareciera...

.·Hliðskjálf·.

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