Así es como caen todas las cosas, vivimos pensando una y otra vez que aquello que está sobre nosotros es lo que nos rige y nos gobierna.
Llámenlo Dios, astrología, instinto, voluntad, etc.
Son simples (y sucios) ardides del espíritu que sirven para desviarnos de nuestra verdad más implacable: estamos en la más pura y desnuda soledad.
Vivir pensando en otra cosa, que no sea el propio ser es apropiarse de las cosas, ya sea por poder o por amor. Cualquiera de esos límites antitéticos no son más que ardides de nuestra única conquista posible: el propio ser.
.·Hliðskjálf·.
0 lanza en mi costado:
Publicar un comentario