Cuando ya nada logra hacerte salir de tu miserable sentimiento de abandono, cuando la superación del estadio de la necesidad es un imposible, piensas, intranquilo y tambaleante, cómo puede surgir todo esto de la promesa y su esperanza. Hay una promesa que no se cumple, cuando surge el estúpido sentimiento de abandono. Cada abandono, es abandono de algo... y ese algo es una promesa que se afirma con la palabra y se niega con la acción.
Realmente, soledad es lo último que siento. La soledad es hermosa, con su belleza arrogante, supera por mucho este miserable sentimiento de abandono, este momento estúpido, abstruso y lleno de pobredumbre en el que esperas, lo que no va a llegar y pides lo que no se puede pedir, lo que al ser pedido, ya no tiene sentido.
Esta asquerosidad interna, esta estúpida necesidad refleja fielmente el estado de pudrición en el que he caído. Ya no soy el de las estrellas y el de el cielo... caigo en la profundidad de un abismo. Si antes necesitaba un cable a tierra, ahora necesito una escalera para lograr subir este pellejo herido y errabundo, hávido de estupidez y con ello, también de vergüenza.
Ser pisoteado por la esperanza, el único mal que despierta todo esto. Una esperanza traicionada, despreciada y que sufre, pero aun no se aniquila. ¡Siempre he sabido que debo abolir toda esperanza en mí! Pero la estupidez que la necesidad y el deseo te infieren, te enceguecen. La imaginación se impone al entendimiento y crees que puedes esperar algo... y quisieras pedirlo, aunque pedirlo sería perderle el sentido a que se dé... Frente a todo esto, está la disyunción: o el chantaje o la indiferencia. La segunda vía la he probado tanto, por tanto tiempo y por tantos casos, que ya me parece agotada. El chantaje es asqueroso, por su parte, mi elegancia moral no me lo permite, ¿quién podría decir que soy, si soy capaz de chantajear a consciencia? ¿Quién se esconde detrás de un chantaje? No me escondería yo, se escondería mi deseo y se haría llamar yo.
Asco.
El náuseabundo sentido del desquebrajamiento, el sentimiento de deterioro y la identidad fragmentada deben desencadenar en una mala historia, en una violenta nihilización de la propia imagen y una cruel estupidez contra mí mismo.Una vez más, no hay salida.
... y como dijera Borges: a por la sombra de haber sido un desdichado
extínguete...
entre gritos de silencio, pero extínguete...
a ti te dedico el alfa y el omega de todas mis golgotas nocturnas...
entre gritos de silencio, pero extínguete...
a ti te dedico el alfa y el omega de todas mis golgotas nocturnas...
He de sobrevivir a todo, aunque el hecho de morir en tus labios silentes, en tu mirada que no mira, en tu alma que no ama... me atrae más, quizá más que toda esta soledad. No importa: la arrogancia revertirá...
lunes, 20 de febrero de 2012
Lo lamenta:
ira de Tifón
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