¡Cuánto ha de pesar el tiempo! La vida no se vive hacia delante, ni se mira desde atrás. La vida es la línea misma, sin segmento, pero una línea que no cansa de extenderse en medio del vacío, esplendente y retorcido. Ese retorcimiento es el que permite la paradoja, la herrumbrosa figura del inacabamiento se enfrenta a la de la limitación.
El esquema implacable de la perdición se desarrolla en los flancos del tablero, donde no podemos sino volvernos sobre nuestros puntos, pero una línea es muy difícil que vuelva a sí misma, puesto que tiene más probabilidades de salirse de su propio curso que tomar un rumbo nuevo que despega y toma vida en el vacío: ese es el olvido.
La esplendorosa mirada de la nada es, tambien, una marca en nuestra alma. El recuerdo de la vuelta a un pasado perdido, espléndido o de una idea con la que no nos pudimos casar, a veces forma cicatrices. Esas cicatrizes anímicas son las del recuerdo del olvido: un misterio profundo... Esa cicatriz superficial, tan distinta de la herida profunda... el dolor que usa, es tan momentáneo, como el de la ignorancia... aunque con menos desesperación.
Recordar el olvido es semejante a creerse una mentira luego de haberla dicho, es decir, creer en una mentira consciente de su falsedad. La mentira es un gran problema, pero es un átomo cuando se le compara con el titánico problema del olvido. La verdad (la que se dice por ahí y por allá) siempre es un recuerdo, el olvido por lo general es difícil de comparar con una mentira, tienen una estructura compuesta de miles de ramas que descansan en el abismo de la nada, donde lo sólido es un imposible y lo único que existe es un éter poblado de espíritus y dioses.
¿El olvido tiene que ver con los dioses? Claro que sí...
... y como dijera Borges: a por la sombra de haber sido un desdichado
extínguete...
entre gritos de silencio, pero extínguete...
a ti te dedico el alfa y el omega de todas mis golgotas nocturnas...
entre gritos de silencio, pero extínguete...
a ti te dedico el alfa y el omega de todas mis golgotas nocturnas...
He de sobrevivir a todo, aunque el hecho de morir en tus labios silentes, en tu mirada que no mira, en tu alma que no ama... me atrae más, quizá más que toda esta soledad. No importa: la arrogancia revertirá...
viernes, 17 de junio de 2011
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