... y como dijera Borges: a por la sombra de haber sido un desdichado

extínguete...

entre gritos de silencio, pero extínguete...

a ti te dedico el alfa y el omega de todas mis golgotas nocturnas...


He de sobrevivir a todo, aunque el hecho de morir en tus labios silentes, en tu mirada que no mira, en tu alma que no ama... me atrae más, quizá más que toda esta soledad. No importa: la arrogancia revertirá...

EL olvido del Recuerdo

domingo, 26 de junio de 2011

¿Qué hacer cuándo se llega al olvido definitivo (definitivo de un momento) del recuerdo?
Es esa insoportable levedad del ser... Sí, ya no hay medios para poder asociar el pasado con el presente-futuro... Se habita el mundo de otra manera, se deja de lado la constante repetición de los mismo...
Extrañeza: esa es la palabra exacta, después de un cambio radical... cómo demonios volver a asimilar como propio algo tan distinto... su repetición ha concluido, ha cesado...
***
Olvido: tómame, hazme sentir extraño...
Recuerdo: tómame hazme sentir estancado, decadente y podrido...
***
Olvido: Libérame...
Recuerdo: ... (?)
***

Recordar el olvido es una cicatriz de una herida leve, o quizá más profunda de lo que la inmediatez de un sentido nos hace notar... pero el olvido del recuerdo... parece ser un violento zamarreo, una forma en la que el tiempo arrastra el cambio... y el cambio lleva consigo el olvido de la mano. El olvido del recuerdo permite ver la profundidad de un abismo que jamás termina: la identidad...
Sí, Agustín pensaba que al buscar en su alma encontraría esa marca de Dios que podía tomar y proclamar, y de la cual podría obtener su suma laetitia... hermosa visión la del obispo de Hípona...
Sin embargo, creo que la identidad al verse hacia dentro, hacia el pasado, hacia la memoria... hacia el recuerdo, el presente corre el peligro de ser una completa extrañeza...y si no es una extrañeza, entonces lo que es más horrible: un podrido estancamiento...
No moverse es estancarse en una perdición absoluta... pero perderse en un movimiento constante y pausado es una caída asegurada...
La peridición absoluta, en la inmediatez de la contemplación es mágica, producto estético del sufrimiento nostálgico, pero la perdición constante y pausada del cambio, del tiempo es una perdición abrumadora, letal, angustiante, pero nunca, jamás nunca,una perdición absoluta... ¿Y si descubrimos que hay algo más que el cambio que no se pueda cambiar?
Aún no encuentro la esfera que hay en mí... la encontré varias veces y más veces la he perdido... "Nunca encontraremos el confín de nuestras almas, ni aún recorriendo todos sus caminos... Tan profundo es su lógos..." como decía Heráclito, esa alma, ese fuego, que es uno y es dos, es lo mismo y no lo mismo... Esa alma interminable... ese abismo que cae hacia arriba, y se eleva cuesta abajo, sin jamás escoger algo más constante que su propia inconstancia...
Tomar el valor de ensuciarse con la vida hasta las patas... es una determinación horrible, asquerosa, perdida, violenta... pero honesta... En cambio quién busca perderse en una identidad que jamás se las ha de ver consigo misma en el qué hacer de su tiempo, de su presente... de su instante...
Instante, ni tú eres tanto la identidad... déjame no des-convencerme de tí, ¡dejenme creer lo que nunca he creído! dejenme darle espacio al futuro... en el recuerdo... y en su olvido...
¿Será eso lo que esconde la dialéctica del recuerdo y el olvido?

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