"Nunca encontrarás los confines de tu alma, aún si recorres todos sus caminos; tal es su profundidad..."
Sentir la profundidad, la caída y el peso, que tiene nuestra alma es el objetivo de toda vida. Esta caída infinita en la que jamás se toca el piso, dentro de este vacío y larguísimo abismo que es la vida...
El alma, el anima, la psikhé... esa vida, ese yo que significa siempre la profunda caída en un abismo, la disposición frente a la concreción de un límite: su crítica es imposible, el límite está difuminado y pareciese encontrarse dentro de la infinitud, todo está inundado, de una u otra forma, de alma.
Jamás, pero jamás encontraremos los límites del alma, tendríamos que salir de ella: ese es el objetivo predestinado al fracaso de la modernidad, de la rapidez, de la planificación y cálculo de todos los eventos. La fantasía ridícula de que el hombre ha podido controlar a la naturaleza, siendo que el hombre mismo es naturaleza: quién sabe hasta qué punto, no hemos hecho nada más que lo que la naturaleza nos ha hecho hacer...
No, el hombre no ha logrado salir del gran problema del alma, pues ya había conseguido hace muchos miles de años atrás, infundir hasta las rocas de alma, y de esa alma de sus antepasados es imposible librarse.
El hombre, aunque paresca ciego, logra ver naturaleza, porque él mismo se ha hecho ver naturaleza en donde se le ha antojado... es como pasa con aquello que llama 'orden'... es obvio que nosotros lo hemos inventado.
Y el alma, aunque no podemos encontrar sus límites cuando la vemos afuera, es aun mayor problema cuando vemos hacia adentro: notamos que hasta la totalidad de su vida, no puede darse bajo un parámetro fijo, algo así como la identidad... si hubieran puntos inmutables en nuestra alma, jamás lograremos identificarlos con claridad... nuestra mirada es sucia, y ve para limitar... y sería un absurdo limitar ese desarrollo constante que se da en lo más profundo del ser de nuestra alma...
Jamás podremos decir nada sobre nosotros mismos, con total propiedad: por una cosa muy simple, no nos tenemos a nosotros mismos tan férreamente como para hacerlo: dejamos que el tiempo nos sacuda, nos mueve e, incluso, nos invierta, nos vuelva contrarios a nosotros mismos.
Decir nuestro nombre, nuestra ideología, nuestra religión, pretendiendo lograr un patrón de representatividad es un absurdo: las ideologías y las religiones son más poco claras con su identidad, de lo que nosotros lo somos con nuestros confines del alma.
El futuro siempre nos puede mostrar como ese 'imposible' que alguna vez mascullamos con ira, al decir que podríamos asesinar a alguien... o como en el caso de Edipo, quien concibe imposible el matar a su padre y acostarse con su madre... los confines de su alma, jamás serán encontrados: aun si vive eternamente su propia vida...
Quizá ese sea el porqué del eterno retorno: dar la visión panorámica a nuestra vida, una y otra vez, hasta que podamos limitar ese infinito, esa profundidad, hasta que toquemos el suelo de ese abismo de la vida, por medio de nuestro infinito peso, ese peso del 'debe ser así', del 'así tiene que ser' aun, cuando vemos al perro muerto mientras pensábamos en el absurdo...
'Tiene que ser así'.
... y como dijera Borges: a por la sombra de haber sido un desdichado
extínguete...
entre gritos de silencio, pero extínguete...
a ti te dedico el alfa y el omega de todas mis golgotas nocturnas...
entre gritos de silencio, pero extínguete...
a ti te dedico el alfa y el omega de todas mis golgotas nocturnas...
He de sobrevivir a todo, aunque el hecho de morir en tus labios silentes, en tu mirada que no mira, en tu alma que no ama... me atrae más, quizá más que toda esta soledad. No importa: la arrogancia revertirá...
sábado, 19 de marzo de 2011
Lo lamenta:
ira de Tifón
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φοβος...
en
9:15
.•Hliðskjálf•.
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