... y como dijera Borges: a por la sombra de haber sido un desdichado

extínguete...

entre gritos de silencio, pero extínguete...

a ti te dedico el alfa y el omega de todas mis golgotas nocturnas...


He de sobrevivir a todo, aunque el hecho de morir en tus labios silentes, en tu mirada que no mira, en tu alma que no ama... me atrae más, quizá más que toda esta soledad. No importa: la arrogancia revertirá...

Hambre

domingo, 5 de diciembre de 2010

 

Cuánta ansiedad, cuánta carencia... cuánta búsqueda de lo que nos sobra. Somos y no nos hace falta nada para seguir siendo... sólo el tiempo (nada) nos desintegra en este estancamiendo del miedo, que es la materia.
Realmente, no nos hace falta nada para seguir siendo, pues seguir siendo, significa estar para la muerte, alimentarse es quitar ser... nuestra alimentación quita ser, transforma y agiliza el constante devenir a la nada de todas las cosas y seres... incluso el nuestro.
No sé cuánta consciencia de esto tienen los budistas que se abandonan a un ayuno...
Pero me parece una situación admirable, el hambre es siempre un provecho de la existencia por la entidad misma que la constituye (no podría decir que el ser...)
Kafka sabe que el hambre es una virtud, sobre todo cuando no puede ni quiere ser saciada. El artista del que el habla, es el artista de la honestidad. Un artista que luego de salir de la jaula, en la que permaneció sin comida, sale con náusea del alimento...
Pensar que esa jaula es más que una jaula en ese cuento, el hambre más que un hambre y la jaula más que una jaula, es harina de otro costal.
A lo que me refiero, es que esa hambre es virtud, el hambre, la aceptación del 'qué' de la existencia, esa consciencia... siempre lleva el hambre.
El hambre, nos parece una carencia de alimento, yo mismo lo he dicho. Pero va más allá, el hambre no es negatividad, sino positividad. No debemos hacer nada para tener hambre... nos es constituyente y acorde a nuestra naturaleza.
Buscamos huir de esta implacable essentia, y creemos que al quitar permanencia, nos dotamos más de ella. Comemos lo vivo y quitamos lo inerte. El equilibrio de la alimentación, la permanencia de la des-hambre, se fundamente siempre en el desequilibrio: el que gana y el que pierde.
El hambre es armonía, es el instante en el que somos no quitando, teniendo, ni en advenimiento de un dar, regalar o restablecer. El hambre, es algo así como un ser siendo... No debe ser eso, claro está... pero no quiero crear nuevas palabras. No ahora, que ya he creado algunas. Quizá ese vicio de crear palabras, demuestre una deficiencia...
Pero en fin, el hambre, en definitiva es un dolor guardian. Pues aguarda el advenimiento, no siempre de una ínfima satisfacción; sino que también es guardián de la inmanencia trascendental del estar siendo, aquí y ahora, o nunca o no-sé-cuándo.
...
¿Cómo puede guardar tanto el hambre? ¿Quién guarda al hambre?... Es ese guardián y es esa jaula kafkiana... el hambre es posición, es positividad, si bien la analogía del 'guardián' es bastante artificial para representar lo que quiero decir, pero sirve para mostrar el afán de permanencia de límite y de paso. El guardián niega y afirma el paso, jamás es indiferente. El hambre... el hambre... no sé nada sobre ella...
¡Cuánta miseria querer saber qué es el hambre, sin jamás alcanzar su ser!

.•Hliðskjálf•.

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