La libertad -al igual que la verdad-, es mujer. La diferencia, está en que esta mujer, es de las que todos buscamos apenas se ausenta y cuando está presente, da tanto asco, que la rechazamos a como dé lugar, cueste lo que cueste. Mientras que la verdad, esa que nadie quiere, es de las que en cuando se llega a ella (por accidente, por arbitrariedad y por lo ineludible) resulta tan horrorosa, que el olvido es lo único que nos sana del malestar de su presencia.
El misólogo es un honesto de su deshonestidad: ¡cuánto dolor es el de ser tomado de una idea!
.•Hliðskjálf•.
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