Sentir ya, que no hay más que miseria alrededor, delirar de asco y querer vomitar hasta el más recóndito trozo de aprendizaje que habite en las entrañas de mi entendimiento... esto es a lo que llega el conocimiento de lo inefable.
¿Existe una limitante para el conocimiento humano?... Si es así, ya es un motivo de tristeza del pensamiento...
Pero ¿Es realmente así? ¿Acaso existe algo que conocer allí afuera?
Me parece que no... "El mundo es mi representación" se hizo mi axioma gnoseológico y ontológico. Ya no puedo creer que algo externo sea lo cognoscible, nuestro conocimiento del mundo se da bajo el criterio estricto de mismidad: nadie puede conocer algo que no haya sido antes en él.
La realidad es algo interno en mayor medida y el exterior es fundamentalmente un principio con el cual estamos determinados y delimitados a conocer de nuestro propio interior.
¿Existe un mundo allí afuera?
No lo sé, ni lo puedo saber...
El problema de la limitante del conociemiento humano está justamente, en que ni siquiera podemos explorar completamente lo que nos es más propio. Ya Nietzsche lo hubo de decir: "No hay nada más lejano de nosotros que nosotros mismos".
Tener consciencia de nuestra propia voluntad, aquello que se nos hace más propio a la hora de actuar, es un punto extremadamente distinto a la hora de preguntárnoslo: ¿Qué es lo que queremos realmente?
Schopenhauer, de antemano y con mucha cortesía nos resfriega en la cara que la voluntad no es algo que tengamos, ni en lo más mínimo. Es algo que nos tiene...
Si somos sujetos, de la voluntad es que somos sujetos. Si creemos amar, no somos nosotros: es el genio de la especie y la voluntad de vivir de un nuevo bebé...
¡Hasta en aquello en lo cual decimos más propiamente querer nos arrebatan la libertad del no cuestionamiento!
Librarse de las ataduras del conocimiento, saber olvidar, aquello debe ser vivir realmente... quizá...
Pero el olvido, cada vez me toma de mejor manera... aquella espantosa sombra de un ayer cada vez se ve más lejos... cada vez debo cantar menos elegías al réquiem de ese divino ayer...
Si, no fue necesario recordarla: estuvo allí conmigo y me sentí caer en sus brazos... luego ridiculez... Pensar que era eso lo que necesitaba: una nueva sensación de lo absurdo y del ridículo para poder dejar atrás aquella sombra erótica que abracé una eternidad...
Ahora que la eternidad pasó, sólo queda el instante...
Sólo una nueva maniobra, un atardecer sin final y una náuseabunda primavera... que pasará.
Qué alivio, qué asco...
Todo, por nada
Todo para nada.
Todo por la nada.
Realmente, nada vale la pena.
... y como dijera Borges: a por la sombra de haber sido un desdichado
extínguete...
entre gritos de silencio, pero extínguete...
a ti te dedico el alfa y el omega de todas mis golgotas nocturnas...
entre gritos de silencio, pero extínguete...
a ti te dedico el alfa y el omega de todas mis golgotas nocturnas...
He de sobrevivir a todo, aunque el hecho de morir en tus labios silentes, en tu mirada que no mira, en tu alma que no ama... me atrae más, quizá más que toda esta soledad. No importa: la arrogancia revertirá...
sábado, 9 de octubre de 2010
.·Hliðskjálf·.
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